EL METAL VERDE
El aluminio se ha ganado el título de metal verde por sus características inalienables de alta durabilidad y posibilidad de un reciclado 100% del mismo, sin pérdida de calidad en el proceso.
Destaca ante otros materiales por su resistencia, su baja corrosión y el poco mantenimiento que precisa, además de su ligereza y fácil transformación. Estas características influyen directamente en, por ejemplo, el ahorro de energía en el sector del transporte. La disminución de peso por la utilización de piezas de este material en la constitución de los distintos vehículos, tanto de carretera como ferrocarril, disminuye notablemente la potencia energética necesaria para ello. Añadimos a esto su resistencia corrosiva, que reduce la inversión ineludible en el mantenimiento de los mismos. Resulta igualmente propicio en construcciones e instalaciones que precisen de soluciones adaptadas a climas o ambientes concretos, ya que es un buen conductor del calor con un alto índice de reflexión.
Para reciclar el aluminio solo se precisa un 5% de la energía utilizada en su primera fusión, por lo que a día de hoy, el 75% del aluminio existente ha sido reutilizado desde su creación. Supone un ahorro de 80 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero al año. Además, es un material no tóxico, que no arde, no se oxida, ni emite humos de ácido clorhídico y sustancias peligrosas como las dioxinas, como sí hacen otros materiales al fundirse.
Actualmente, se estudia la posibilidad de nuevas aplicaciones del mismo, como material de construcción de maquinaria dedicada a consecución de energías renovables, o como fuente misma de energía, debido a su facultad de acumular energía por sí mismo.